8/13/2021 0 Comentarios LA CHICA QUE LEÍA EN EL METROEscrita por Christine Féret-Fleury "Siempre le había gustado oler los libros, olfatearlos, sobre todo cuando los compraba de segunda mano. Los libros nuevos también tenían olores diferentes según el papel y la cola utilizados, pero nada decían de las manos que los habían sujetado, de las casas que los habían albergado; aún no tenían historia, una muy diferente de la que narraban, una historia paralela, difusa y secreta." Este libro no es para cualquier persona. Y no lo digo yo, sino la contraportada del mismo: Si te gusta leer en la tina o por encima de la espalda de tu vecino; dejar el libro en un vagón del metro u ofrecerlo a tu mejor amigo; compartir tus lecturas en familia o con tu pareja; si coleccionas separadores, ejemplares únicos o no te pierdes nunca las últimas novedades… entonces sí, este libro es para ti. La escritora nos invita a acompañar a Juliette en su monótona y predecible existencia; una en la que no se corren riesgos, en la que salir de la zona de confort y aventurarse a conocer nuevas personas o lugares está fuera de los planes de cualquier día. La vida de Juliette transcurre dentro de una rutina inquebrantable: un viaje en metro al trabajo, sentarse detrás de un escritorio, escuchar a su compañera (y única amiga) Chloé, tomar el metro para regresar a casa, a la comodidad de un hogar que se pierde entre mares y mares de libros; cenar, ver la televisión, dormir y repetir. Cada mañana a la misma hora, Juliette se sienta en el metro con un libro en su regazo, el cual permanece cerrado durante todo el trayecto. Absorta en lo que hay a su alrededor, sus ojos viajan de un pasajero a otro; curiosos observan cada uno de los libros que sostienen entre sus manos, como si a través de las lecturas ajenas y diversas, pudiera darle color a su vida. “Estaba la anciana, la estudiante de matemáticas, el aficionado a la ornitología, el jardinero, la enamorada…, al menos Juliette la suponía enamorada por su respiración ligeramente entrecortada y por las minúsculas lágrimas que asomaban a sus pestañas cuando había devorado ya tres cuartas partes de su novela romántica…” (p. 21) Uno de esos días en los que todo parecía seguir el curso predecible de siempre, Juliette decide bajar dos estaciones antes de lo habitual, tomando un nuevo camino para ir a trabajar, sin imaginar que su vida cambiará para siempre. Desconociendo las razones que la guiaron hasta este lugar, Juliette descubre el despacho de Solimán, un hombre que está entregado a convertir el mundo en una biblioteca gigantesca y que se encuentra en la necesidad de una pasante. -Usted conoce el principio de los libros viajeros (…) Lo creó un estadounidense, Ron Hornbaker, o más bien sistematizó el concepto en 2001. Convertir el mundo en una biblioteca… bonita idea, ¿no? Dejamos un libro en un lugar público, en una estación, en el banco de una plaza, en un cine, alguien se lo lleva, lo lee y luego, unos días o unas semanas después, también lo deja en otro sitio. (p. 54) Sin atreverse a interrumpirlo y explicarle que por el momento no está buscando empleo, Juliette permite que Solimán continúe describiendo la evolución de este principio de los libros viajeros que ella deberá poner en marcha: estudiar a las personas, observarlas, analizarlas, averiguar cuáles son sus intereses, sueños, pasiones, con la finalidad de escogerles un libro y entregárselos personalmente. Al regresar a casa, su mente se encuentra fuera de lugar, vagando entre la confusión y el qué hacer. Una parte de ella desea olvidar el encuentro con Solimán, pero la otra pareciera susurrarle que es momento de dejarse llevar. Por primera vez en su vida Juliette deberá decidir entre continuar viviendo como siempre lo ha hecho, en la rutina y la seguridad de lo conocido o, abrazar la aventura y adentrarse en los caminos de lo incierto. Opinión personal: Fue un comienzo un tanto lento…, me costó trabajo encontrar el ritmo del libro. Pero una vez que lo encontré, y que el interés en la historia y en entender a Juliette comenzó a hacerse mayor fue que comencé a disfrutarlo más y más. Nuestro personaje principal, es una chica encerrada en su propio mundo y en su propia burbuja. Le cuesta trabajo relacionarse con los demás principalmente por el hecho de que es muy introvertida, no ha tenido mucha suerte en el amor dado que todas sus parejas la han dejado, y continúa batallando con la pérdida de su madre. Este último aspecto es interesante porque no lo descubrimos sino varios capítulos después de habernos adentrado en el libro, sin embargo, desde el inicio percibimos en su soledad, la carencia de algo o de alguien. Otro aspecto muy bonito acerca de Juliette es que es un personaje muy real y extremadamente inseguro. Su madre la protegió siempre, la guió por caminos sin dificultades ni obstáculos, pero también sin aventuras, sin aspiraciones o sueños. No había “nada que pudiera hacerle mucho daño, pero tampoco nada que pudiera apasionarla, sacarla de sí, de sus inseguras certezas, de su vida casi enclaustrada, agradable y monótona.” (p. 157) La llegada de Solimán, su hija Zaida y de Leónidas, uno de los lectores del metro, revoluciona la vida de Juliette. Cada uno de estos personajes la ayudan a crecer de distintas maneras y en diferentes aspectos; la escuchan, la apoyan, y lo mejor de todo la impulsan a conocer y a dejarse conocer. Los únicos amigos que tenía Juliette, además de Chloé, eran los libros. Éstos la llevaron de viaje, le permitieron vivir aventuras y romances apasionantes, pero gracias al trabajo con Solimán, Juliette se atrevió a vivir más allá de las páginas de un libro. Sí considero que no es un libro para todos, creo que tienes que ser alguien que ama los libros y vivir entre ellos para querer leerlo, pero incluso si no eres un bibliófilo, vale mucho la pena descubrir el crecimiento del personaje. Al menos a mí me dejó con ganas de desprenderme de mi zona de confort, totalmente predecible, para ser más aventurera, aunque me cueste trabajo…
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