8/1/2021 0 Comentarios MOMOEscrita por Michael Ende “Pero el tiempo es vida, y la vida reside en el corazón.” Michael Ende nos transporta a una ciudad que hoy en día nos resulta tan común y familiar como cualquier otra, pero que en antaño fue el hogar de grandes palacios de reyes y emperadores, magníficos templos dedicados a dioses, mercados multicolores y anfiteatros hechos de sillares de piedra. Miles de años después, en uno de los vestigios de estas grandes ciudades, llegó a vivir Momo. “Era pequeña y bastante flaca, de manera que ni con la mejor voluntad se podía decir si tenía sólo ocho años o si tenía doce. Tenía el pelo muy ensortijado, negro como la pez, y con todo el aspecto de no haberse enfrentado jamás a un peine o unas tijeras.” (p. 14) Poco después de su llegada, entre la gente de los alrededores comenzó a correr la voz de que alguien estaba viviendo en las ruinas del viejo anfiteatro a las afueras de la ciudad. Al percatarse de que Momo estaba sola y no existía algún familiar a quien pudieran contactar, decidieron cuidarla entre todos; transformaron la cámara debajo del escenario en una pequeña habitación para la niña, y día tras día, se turnaban para visitarla y comer con ella. Así fue como comenzó a tejerse la amistad entre la pequeña Momo y la gente de los alrededores. “Se podía pensar que Momo había tenido mucha suerte al haber encontrado gente tan amable, y la propia Momo lo pensaba así. Pero también la gente pronto se dio cuenta de que había tenido mucha suerte. Necesitaban a Momo, y se preguntaban cómo habían podido estar sin ella antes.” (p. 21) La niña se volvió imprescindible para sus nuevos amigos, tanto así que cuando alguien tenía un problema o pelea, el consejo al que todos recurrían era: “¡Ve con Momo!” Al principio nadie entendía por qué debían acudir a ella, ¿acaso la niña era tan inteligente que podía resolver cualquier problema? O, ¿tenía un secreto para mejorar el humor de las personas? ¿Acaso era mágica? No, no y no. La verdad era que Momo tenía una cualidad que muy pocos poseen hoy en día. “Lo que la pequeña Momo sabía hacer como nadie era escuchar. (…) Y la manera en que sabía escuchar Momo era única. (…) simplemente estaba allí y escuchaba con toda su atención y toda simpatía. Mientras tanto, miraba al otro con sus grandes ojos negros y el otro en cuestión notaba de inmediato cómo se le ocurrían pensamientos que nunca hubiera creído que estaban en él.” (pp. 22-23) Así era como Momo lograba que quienes la visitaran encontraran una solución a sus problemas, que los viejos amigos enemistados se contentaran, e incluso que a los niños se les ocurrieran las historias y los juegos más espectaculares con los que pasar el tiempo. A pesar de estar rodeada de muchos amigos y de quererlos a todos, Momo tenía entre ellos a dos personas que quería aún más. Y extrañamente, estos dos eran completamente polos opuestos. Gigi Cicerone era un joven parlanchín, lleno de vida, que amaba inventar y contar todo tipo de historias. Mientras que Beppo Barrendero, era un viejo callado, a quien todo mundo creía un tanto loquito por las filosofadas que decía, pero curiosamente, Momo era la única que lograba entenderlo. “Se podría pensar que era totalmente imposible que dos personas de ideas tan diferentes acerca del mundo y la vida, como Gigi Cicerone y Beppo Barrendero, se hicieran amigos. Sin embargo, así era. Da la casualidad de que el único que nunca censuraba a Gigi su ligereza era el viejo Beppo. Y por la misma casualidad era precisamente el locuaz Gigi el único que nunca se reía del sorprendente y viejo Beppo.” (p. 49) Todo marchaba bien para Momo y sus amigos. Ninguno de ellos sospechaba de la llegada de los hombres grises, esas sombras que poco a poco, y sin que los demás se percataran de ello, se esparcirían por toda la ciudad, apoderándose de uno de los bienes más preciados de las personas: su tiempo. Para poder salvar a sus amigos, así como al resto de la ciudad, la pequeña Momo deberá embarcarse en una peligrosa pero fascinante aventura. Y a pesar de que en algunos momentos será perseguida por los hombres grises, obtendrá la ayuda del Maestro Hora y su pequeña tortuga Casiopea para lograr su misión. Opinión personal: Lo primero que me gustaría decir y que me duele tanto pensar es que hasta mis 20 años leí este libro. No entiendo, es más, no comprendo por qué no lo leí antes. Me encantó y es mi segundo libro favorito, de este año, hasta el momento. De inicio a fin, me sentí atrapada por la narrativa y la historia de esta pequeña niña. Con cada página que pasaba mi interés por saber qué iba a suceder, si Momo iba a lograr recuperar a sus amigos o no, se hacía cada vez mayor. Me enamoré de cada uno de los personajes, aunque sin duda mis favoritos fueron Beppo, Gigi, el Maestro Hora y Casiopea…, la bonita Casiopea (no digo más porque pues, no quiero spoilearles nada; tienen que leerlo). Esta novela es completamente ingeniosa. Sigo impresionada de cómo Ende logró jugar y componer una historia tan bonita con elementos que nos podrían resultar muy sencillos o muy cotidianos, pero que a su vez, adquieren una complejidad si nos detenemos a profundizar en lo que propone. Y, bueno, hay varios puntos que me gustaría abordar de lo que pude rescatar del libro. El primero es cómo los hombres grises representan lo monstruoso del capitalismo. Son estos seres oscuros y poderosos, que fuman puros como si fuera el pan de cada día y que a todos lados cargan sus maletines (interesante manera de materializar al capitalismo), pero sobre todo, que viven de dos cosas: robar el tiempo de las personas y explotarlas laboralmente como si no hubiera un mañana. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Lo segundo que me gustaría mencionar es la respuesta de Momo y los niños ante lo que les está robando el capitalismo o los hombres grises: tiempo para compartir con sus padres, con su familia, con sus amigos. Dentro del libro, estos pequeñitos son la generación revolucionaria que se une, se organiza, se moviliza y genera una manifestación social. Salen con pancartas a la calle, interrumpiendo el orden establecido, para exigir que los adultos despierten, para exigir un cambio. Y a pesar de que los poderosos intentan callarlos, no se rinden. “Un par de veces intervino la policía y disolvió la reunión de los niños cuando entorpecían el tráfico. Pero los niños no se asustaban. Volvían a reunirse en otro sitio y empezaban de nuevo.” (p. 129) Ahora sí, ahí les va un poquito de teoría. Las personas y los amigos de Momo que son engañados por los hombres grises, se vuelven lo que el filósofo Byung-Chul Han llama sujetos de rendimiento. Esto quiere decir que comienzan a autoexplotarse trabajando jornadas laborales exhaustivas para poder cumplir una exigencia que ellos mismos se han trazado: si trabajan y trabajan y trabajan sin descanso, van a poder tener tiempo libre y van a poder disfrutarlo. Cosa que jamás sucede ni obtienen. A pesar de haber sido publicada en 1973, nos damos cuenta que cuarenta y ocho años después, esta novela sigue vigente y puede aplicarse a lo que vivimos hoy en día. Para explicarme mejor, me pondré de ejemplo. Mientras yo leía Momo, no paraba de pensar y cuestionarme sobre cada una de mis prácticas o actividades cotidianas. “¿Cómo invierto mi tiempo? ¿Cuánto tiempo le dedico a la escuela? O más bien, ¿por qué le dedico tanto tiempo a la escuela? ¿Por qué me desvivo y me estreso (sin necesidad) por los proyectos que tengo que hacer?” Tuve una revolución dentro de mi cabeza y me di cuenta que no quiero ser engañada por los hombres grises y preocuparme por que “no tengo suficiente tiempo” para hacer las cosas o porque “se me viene el tiempo encima y no puedo hacer/disfrutar esto o el otro.” Y que para poder tener ese tiempo libre que quiero, tengo que hacer, tengo que producir, tengo que rendir, tengo que exigirme y cansarme, dejando de lado lo que realmente es importante. Así pues, yo quiero ser como Momo. Quiero tener tiempo para compartir momentos con mi familia y mis amigos, para escuchar con profundidad y realmente estar presente, para hacer cosas que me gustan sin castigarme por no estar empleando TODO mi tiempo en mis deberes o en lo que tengo que hacer. Esto es Momo. Es una increíble aventura donde no sólo conoces personajes entrañables y de los que no te quieres despedir, sino que es una historia que te mueve, que hace que te cuestiones, que pienses, reflexiones… A cada lector le dice algo diferente, cada lector encuentra respuestas distintas. De alguna manera, es como si al leer Momo, alguien te hubiera dicho “Ve con Momo, que tiene algo muy importante que contarte.” Fuente de consulta:
1. Byung-Chul Han. (2012). La sociedad del cansancio. Barcelona, España: Herder.
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
Archivos
agosto 2021
Categorías |